lunes

Reflexiones para una crisis sistémica


1. Estamos ante una crisis sistémica. ¿Qué es esto?. Sucede cuando el sistema en su conjunto entra en crisis, esto es, cuando el sistema colapsa por incapacidad, sobrepasamiento y/o por falta de instrumentos para resolver los problemas o desastres creados por su propia dinámica [un ejemplo de crisis sistémica podría ser cuando se gripa un motor porque se funden cilindros y pistones a causa de falta o mala calidad del aceite]. ¿De qué sistema hablamos?. Del sistema financiero-bancario vigente, la columna vertebral de un sistema globalizado aquejado también de otros problemas no menos graves: calentamiento global, guerras por el control de recursos naturales, hambrunas, etc. ¿Cómo emerge el problema?. Inicialmente como un crash financiero que comenzó con el estallido de una burbuja inmobiliaria-financiera [crédito fácil, crisis de las subprime, derivados financieros tóxicos, bancarrota y rescate de entidades financieras] y ha terminado por contagiar a la economía real, paralizándola [gripándola] creando a su paso un reguero de incertidumbre, deuda y desempleo masivos, desplome del consumo, falta de confianza y falta de expectativas. Pero no nos equivoquemos, esto se veía venir: «No hay modo de evitar el colapso final de un boom fundado en la expansión crediticia. La cuestión es sólo si la crisis llegará pronto, como resultado de la interrupción voluntaria de una ulterior expansión crediticia, o más tarde, como catástrofe final y total del sistema monetario en cuestión» (Ludwig von Mises).

Conclusión: se acabó la fiesta. Reconocer y aceptar lo que pasa es lo primero sensato que cabe concluir. Todo lo demás es huir de la realidad o lo que es peor desplazar la “patata caliente” a las generaciones futuras para no “sentir dolor” en la actual generación. Admitir más deuda pública o privada para “sufrir menos” hoy significa más sacrificios para nuestros hijos y nietos. Si el exceso de deuda nos ha llevado hasta aquí no parece muy sensato seguir recurriendo a más deuda para resolver la crisis. Tendremos que aprender a sobrellevar nuestra propia carga contemporánea sin esperar a desplazarla hacia el futuro, como viene siendo la norma.


2. ¿Existen soluciones sistémicas ante una crisis sistémica?. Por definición, una solución sistémica debe afectar a la totalidad del sistema, por tanto si el sistema entra en crisis, la solución sistémica pasa necesariamente por cambiar el sistema en su conjunto, por evolución o por revolución del modelo ideológico-cultural-económico y energético-tecnológico-industrial subyacentes. Alternativamente se pueden buscar puntos críticos del sistema donde hacer cambios locales [subsistemas] con la esperanza de que influyan en el sistema global [efecto palanca]. Un punto crítico es desde luego favorecer la inversión productiva generadora de innovación y riqueza frente a la perturbadora inversión especulativa creadora de burbujas que terminan explotando y contaminando a la economía real. Es el «return to the basics» que comienza a escucharse en los corrillos financieros. No sé si a puerta cerrada en la cumbre de Washington del pasado 15-11-2008 se habló de evolución, de revolución o de puntos críticos, pero que urge un cambio sistémico no hay duda, lo pide hasta el FMI: El director del FMI pide 'solución sistémica' para crisis de los mercados.

Conclusión: de nada sirve parchear un sistema en crisis [pregunta a un mecánico qué hay que hacer con un motor gripado]. Urge un cambio de modelo en varios frentes: cambio en el concepto de crecimiento [apostar por más desarrollo cualitativo antes que más crecimiento cuantitativo], cambio en el concepto de consumo de recursos naturales [apostar por la sostenibilidad y abandono progresivo de la dependencia del petróleo], cambio en los hábitos de consumo energético, alimentario y de transporte [apostar por la racionalidad y la eficiencia energética], cambio en definitiva en nuestra relación con el planeta del que como especie que la habitamos somos un subsistema cuya supervivencia última depende de delicados equilibrios del sistema mayor: el sistema Tierra. En palabras de Dennis y Donella Meadows [Más allá de los límites al crecimiento]: “Decir la verdad, establecer redes, reestablecer el respeto mutuo y crear visiones nuevas del propósito de nuestra especie sobre el planeta”. Todo un programa de acción para los próximos años.


3. Si estamos ante una crisis sistémica tenemos que admitir que lo que nos pasa no es coyuntural sino estructural, no tiene precedentes temporales cercanos y no es atajable con viejas recetas y manoseados manuales. «Los hombres prácticos, que se creen libres de cualquier influencia intelectual, son a menudo esclavos de algún economista difunto» (John Maynard Keynes). En un contexto tan incierto las previsiones de una pronta “vuelta a la normalidad” dejan de ser creíbles. Los modelos ideológico-económicos forjados para entender y resolver situaciones pretéritas no son adecuados para guiarnos en tiempos de crisis sistémica. La situación llega a ser tan excepcional que los gobernantes y consejeros económicos han optado por aplicar todas las medidas [“recetas precocinadas”] a la vez. Todo para que no se diga que no se hace nada. Una situación que me recuerda alguna secuencia de la serie Dr. House, cuando nuestro popular diagnosticador de ficción del imaginario Hospital Universitario de Princeton-Plainsboro opta por dar al enfermo cuyo mal ignora un cocktail de varios tratamientos esperando que alguno de ellos sane al paciente [sin considerar la interacción sistémica de los fármacos y sus impredecibles efectos secundarios cruzados, pero este es otro asunto]. Por eso no es extraño escuchar cosas como las que dice el ministro de Economía “no queda margen de maniobra”: un reconocimiento explícito a que aún aplicando toda la farmacopea conocida de medidas anti-crisis, el enfermo sigue teniendo fiebre. Probablemente algunos todavía no han entendido que estamos ante una crisis sistémica y que lo peor [en forma de crisis social y espiral deflacionaria] está por venir Entrevista a Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica de la Ramon Llull.

Conclusión: urge pues un cambio de paradigma en el modo de vivir y actuar en este planeta que nos acoge. ¿Y mientras tanto se cambia el paradigma, qué hacemos, cómo vivimos?. Considero que no hay “recetas” más allá de lo que podríamos denominar la aptitud para la supervivencia aplicando la máxima capacidad de adaptación e innovación. Una aptitud que no debería estar reñida con la actitud para la compasión y la solidaridad con los que la crisis deja atrás. Sobrevivir para perder la humanidad a cambio no es un buen negocio. Hacerse voluntario en los comedores sociales o en cualquier ONG que trabaje para el tercer o cuarto mundo puede ofrecer una perspectiva más amplia de la realidad de tu pertenencia a la raza humana y del potencial de fragilidad y generosidad humanas.


4. El “credit crunch” [consecuencia de la crisis financiera] va a reducir significativamente la demanda [créditos al consumo] y la oferta [créditos a la inversión]. Es decir, el “credit crunch” desencadena un “budget crunch” [una contracción de los presupuestos económicos individuales y empresariales]. Entrevista a Nouriel Roubini, gurú del ‘credit crunch’. Probablemente los escasos recursos económicos del lado de la demanda irán destinados a lo necesario y lo que sobre a pagar deuda y en consecuencia huirán de lo superfluo o prescindible. El hotel Hilton de Valencia se declara en suspensión de pagos. Es cierto que si no se consume se contribuye a un mayor desempleo, pero también lo es que si aumenta el desempleo se reduce el consumo, señor ministro. Sebastián pide el consumo de productos españoles para evitar la destrucción de 120.000 empleos.

Conclusión: a nivel macro es fácil quedar atrapado en el bucle de si fue antes el huevo o la gallina. Lo difícil es asumir el reto a nivel micro de adaptarse a las necesidades de la demanda. Así no te sorprendas si cae brutalmente la cifra de ventas, a lo mejor estás en el lado de la oferta superflua o prescindible en tiempos de crisis. Lo que funcionó antes, no tiene porqué funcionar ahora. Si te has quedado anticuado y no has invertido antes de la crisis en ajustar capacidad e innovar productos y procesos replantéate qué hacer en el contexto que viene: más de lo mismo puede ser inapropiado.


5. En realidad nadie sabe cuándo comenzará la recuperación económica. Están los ¿optimistas? que dicen que esta crisis tiene forma de “V”, caída suave, crecimiento nulo o negativo durante pocos meses y recuperación rápida. Están los ¿realistas? que afirman que esta crisis tiene forma de “U”, después de una caída algo brusca, crecimiento nulo o negativo durante uno o dos ejercicios y luego fuerte recuperación. Por último están los ¿pesimistas? que avisan que esta crisis tiene forma de “L”, desplome en vertical y crecimiento nulo o negativo por muchísimo tiempo (¿una década?) y si llega el crecimiento lo será a largo plazo y no a las tasas que hemos conocido. «El largo plazo es una guía confusa para la coyuntura. En el largo plazo estamos todos muertos. Los economistas se plantean una tarea demasiado fácil, y demasiado inútil, si en cada tormenta lo único que nos dicen es que cuando pasa el temporal el océano está otra vez tranquilo» (John Maynard Keynes).

Conclusión: piensa lo que quieras sobre un futuro que nadie conoce porque depende de una infinidad de factores, pero no confíes en una pronta recuperación económica si con ello quieres expresar que no pasa nada, que no hay porque preocuparse o que no hay que cambiar la forma de hacer las cosas. Mejor que la recuperación te pille habiendo hecho los deberes que confiando en que serás salvado cuando suba la marea. Piensa que en tiempos de crisis sistémica la semana próxima es largo plazo.


6. Sólo podemos confiar en hacer hoy las cosas que tocan en tiempos de crisis: austeridad, productividad y eficiencia. Que no te confundan: España es la octava potencia del mundo [por volumen de PIB], es cierto, pero lo que no te cuentan es que España es de las últimas en productividad [PIB/horas trabajadas]. Proudfoot Global Productivity Report 2008. Decide en qué ranking deseas estar.

Conclusión: mientras no sepamos hacer más/mejores cosas [de valor añadido] en menos tiempo [productividad], nos tocará hacer más/mejores cosas [de valor añadido] con más tiempo [menos productividad].


7. El mercado, la ciudadanía no va a tolerar que le traslademos nuestra ineficiencia y despilfarro. Se terminó la cultura de la ineficiencia y el despilfarro subvencionado por los clientes o por los ciudadanos. Y esto vale tanto para el sector público como para el privado. Ahora más que nunca toca una fuerte dosis de austeridad, productividad y eficiencia. Ahora más que nunca el cliente, el ciudadano sí es el rey. «Cuando baja la marea, se puede ver quien estaba desnudo y quien no» (Warren Buffet).

Conclusión: supervivencia con eficiencia, prioridad número uno. Aportar valor añadido y autenticidad, siempre. Todo lo demás no tiene importancia. El despilfarro prohibido. Observa que hablo de eficiencia, no de eficacia: recuerda que matar moscas a cañonazos es eficaz, pero no eficiente. Eficiente es quien logra un resultado eficaz [un efecto deseado] con el mínimo de recursos posibles.


8. Las políticas de “low-cost” [productos y servicios a bajo coste] van a ser una tendencia poderosa en los próximos años. La crisis lanza a las marcas 'low cost'. Esta tendencia entronca con lo afirmado anteriormente: son tiempos de máxima adaptación e innovación. Adaptación para adecuar la estructura productiva y de costes a los tiempos que corren. Innovación para incrementar la productividad, la eficiencia y la mejora continua a todos los procesos. Pero, cuidado, “low-cost” no significa bajar el precio de lo que el mercado no quiere. Si tu producto o servicio ha perdido atractivo o no encuentra demanda, olvídate de bajar el precio: alinéate con la demanda, sé creativo, innova.

Conclusión: aprendamos lo que esta tendencia significa y apliquémonos el cuento. Si además puedes diferenciarte mejor.


9. Es el momento del aprovechamiento máximo de todas las oportunidades, capacidades y recursos: despilfarro cero de recursos y creatividad infinita. Incluso si estás parado, que eso no te sirva de excusa para no tener inquietudes: tener tiempo disponible es un poderoso activo para invertir en formación y en orientación para dar un impulso a tu desarrollo personal y profesional. No hay límites para el aprendizaje. Recuerda que todos somos inversores: todos decidimos en qué invertimos nuestro tiempo. Y si no estás parado no hay nada más peligroso en estos tiempos que el “absentismo emocional” tan practicado por una gran mayoría bajo la coartada de que así se pasa desapercibido y es más fácil “conservar el empleo”, cuando lo que ocurre es que la falta de compromiso emocional termina “parando” la capacidad de innovación y creatividad de las empresas con el consiguiente riesgo de “pérdida de empleo” para todos.

Conclusión: cuando los manuales, guías y recetas que aprendimos no sirven para salir de este atolladero hay que echar mano de todas las ideas. «Los problemas significativos a los que nos enfrentamos no pueden resolverse en el mismo nivel de pensamiento en el que estos problemas se desarrollan» (Albert Einstein). Cuantas más y heterodoxas mejor. “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo” (Walt Disney). No hay que tener miedo a innovar: entramos en territorio inexplorado. O en palabras de Thomas Friedman [La Tierra es plana], lo que toca ahora es “Invent, baby, invent!” [inventa, cariño, inventa] y no “Drill, baby, drill!” [perfora, cariño, perfora: lema de la política energética del candidato John McCain].


10. Vender optimismo en este contexto de crisis puede ser una obligación para los políticos. Podemos llegar a pensar que “allá arriba” hay gente muy inteligente pensando en cómo resolver el lío en el que nos han/hemos metido y en consecuencia no hay que hacer nada porque desde “allá arriba” nos darán una solución precocinada. Es una opción. Por el contrario están los que pensamos que aunque pensemos globalmente que el sistema sigue su curso sin nuestro con-curso, nuestra responsabilidad individual es actuar localmente. “Hoy existe un lapso de tiempo durante el cual cada uno de nosotros tiene la posibilidad de influenciar el futuro a través de su acción individual” (Immanuel Wallerstein). Es el momento de recordar que en la milenaria cultura china, esa palabra que tanto se repite y nos asusta, “crisis”, en chino tiene una doble acepción: Wēi Jī (crisis) significa “peligro” (Wēi) y “oportunidad” (Jī). Decide a qué significado le otorgas más atención. «Tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede, está usted en lo cierto» (Henry Ford).

Conclusión: para los que no somos políticos ni profesionales del optimismo ingenuo, trabajar duro con inteligencia y compromiso hoy es nuestra sonrisa de mañana.


POR: José Monzó Marco
EN: http://jmonzo.blogspot.com/

jueves

Economía de la atención (I): relevancia vs. infoxicación


“Daisy, Daisy, give me your answer do” [“Daisy, Daisy, dame una respuesta”]. Estas fueron las últimas palabras del superordenador HAL-9000 en la mítica película de ciencia ficción “2001: Una odisea del espacio” de Stanley Kubrick basada en la novela homónima de Arthur C. Clarke.

Hoy podríamos decir que un ser humano se enfrenta a una cuestión semejante, no siempre exenta de dramatismo, cuando interroga a un buscador de la web o a una base de datos pública o privada. Actualizando la cancioncilla con la que se despedía HAL-9000 de su apagón cibernético podríamos completar la petición humana cambiando algún nombre y añadiendo alguna solicitud: “Google, Google, dame una respuesta... que sea relevante”.

Exigir relevancia en la información que nos devuelve un buscador o una base de datos es cada vez más una petición universal, pues, literalmente, “nos ahogamos en información”. El término relevancia, según el Diccionario de la RAE, significa “cualidad o condición de relevante, importancia, significación”, y el término “relevante” es definido como “sobresaliente, destacado, importante o significativo”. Otro término que nos puede ser útil es el de pertinencia que la RAE define como “calidad de pertinente”, entendiéndose “pertinente” como “todo lo que viene a propósito o resulta oportuno”.

Ciertamente cuando consultamos un motor de búsqueda como Google, Yahoo, Altavista, Excite, etc. y tecleamos la correspondiente ecuación de búsqueda nos podemos encontrar con cientos, miles o millones de contenidos “irrelevantes e impertinentes” para el objeto de nuestra búsqueda. Navegar a través de esa selva de información resulta cada vez más complejo.

Por otro lado nos encontramos con el problema de la intoxicación por exceso de información, lo que el fundador de Infonomía Alfons Cornella ha llamado infoxicación que su autor define como el “exceso informacional, de intoxicación informacional, en la que tienes más información de la que humanamente puedes procesar y, como consecuencia, surge la ansiedad (técnicamente information fatigue syndrome). En inglés el término es information overload (sobrecarga informacional). Pues bien, la infoxicación es un problema de nuestra sociedad y, por tanto, también una gran fuente de oportunidades. Cuando definí el término, Google no existía. El spam era, quizás, una predicción de algún visionario al que nadie hizo caso. La situación es hoy peor de lo que podíamos imaginar.”

La situación es hoy mucho más acuciante a medida que pasa el tiempo porque el tiempo, el tiempo de atención de las personas, es el recurso crítico. La idea de que existe una “economía de la atención” es del físico teórico norteamericano Michael H. Goldhaber que en 1997 publicó un anticipatorio artículo en la revista Wired donde proponía la hipótesis de que asistimos a la transición de una “economía de base material” donde la moneda es el dinero, a una “economía de la atención” donde la moneda es la atención: “vivimos en una economía donde el bien escaso por excelencia es la atención del público, en una Economía de la Atención”.

Si conseguir la atención de la gente era difícil en 1997, a finales de 2008 lo es más. La cantidad de información, relevante e irrelevante, no para de crecer. Se produce más información que tiempo tiene la gente para leerla, no digamos ya para digerirla. Ésta es una era de exceso de información, de “infoxicación”. En esta situación, los gobiernos, las empresas y los individuos luchan por conseguir “cuota de atención” del público. Desde siempre se ha dicho que para conseguir “cuota de atención” bastaba con invertir cantidades ingentes de dinero en publicidad. Lo que ocurre es que es lógica de despilfarro publicitario parece no funcionar en la Red.

El “problema de la atención” tal como lo enfoca Michael H. Goldhaber puede ser resumido de la siguiente forma: El “ancho de banda” de información que recibe la gente no para de crecer, porque la tecnología permite enviar más en menos tiempo, y porque hay más agentes que emiten hacia los receptores potenciales. Este “ancho de banda” es la cantidad de información que alguien recibe por unidad de tiempo, es decir [ab = i/t], cantidad que crece de manera exponencial positiva.

Pero, al mismo tiempo, la “atención personal”, o sea, la cantidad de tiempo que una persona puede dedicar a cada información que recibe, es decir [ap = t/i], disminuye cada vez más. Ese es el nudo gordiano del conflicto pues ambas variables son inversas la una de la otra: a mayor “ancho de banda” menor capacidad de “atención personal”. Estamos ante un típico cuello de botella sistémico: la “atención personal” frente a la ingente información de la Red no da más de sí. Mientras que información en la Red crece y crece, nuestra “atención personal” disminuye y disminuye. Necesitamos pues información relevante, con significado, pertinente, para hacerla llegar a las personas, nuestros clientes potenciales, si queremos hacernos un hueco en su “atención personal”.

Ante esta situación la pregunta relevante que voy a intentar responder en un próximo post tiene una doble dirección: ¿cómo conseguir que tus clientes potenciales, tu segmento de mercado o tu público objetivo te dediquen un poco de ese recurso escaso que es la atención? y ¿cómo conseguir que la información que obtenemos de la Web sea relevante y pertinente?. En el primer caso nos ponemos “en la piel” de empresas y anunciantes. En el segundo en la de usuarios y consumidores de información.




Para saber más: The Attention Economy: The Natural Economy of the Net by Michael H. Goldhaber [inglés]

Web de Michael H. Goldhaber [inglés]

Economía de la Atención en Wikipedia [inglés]

Alfons Cornella en Infonomía

DE: http://jmonzo.blogspot.com/