viernes

La creciente industrialización del Asia


Asia, se ha convertido actualmente en el centro industrial mundial, se ha observado una creciente industrialización de la región del Asia. La estrella de la economía asiática es indudablemente China. La participación de la producción China en el conjunto de la producción mundial ha sido de 13,2 % en el 2004, esto equivale a un 63 % de la producción de los EEUU y equivale a la producción conjunta de Alemania, España, Francia e Italia, que suman el 12,0 % de la producción mundial y es practicamente el doble de la participación del Japón que alcanza a un 6,9 %.
La República China ha centrado sus esfuerzos en el desarrollo tecnológico e industrial, lo cual le ha permitido abrir los mercados externos para poder competir con sus similares de EEUU y Europa. Caso contrario a lo que ocurre en China, en Europa se disminuyen los índices de crecimiento industrial, lo que finalmente puede llevarlo a convertir a la región europea en consumidora de productos asiáticos.

Uno de los mayores retos para el Gobierno Chino, son los insuficientes recursos, por ello que ahora compiten en la adquisición de estos en otras latitudes como América Latina y África.
Un ejemplo de esta creciente industrialización, se ha producido en el sector automotriz, donde la demanda china alcanzó a 850.000 unidades y en el 2010 se espera supere al mercado norteamericano, pero China produce también para el mercado externo, de allí su interés en la compra de las divisiones como Volvo, Humer y otras marcas internacionalmente reconocidas.
La industria textil China es la mas grande del mundo, con mas de 4 millones de obreros en este sector y cuyos precios (muchas veces apoyados por la devaluación de su moneda) le ha permitido competir sino en calidad, si en precios bajos a nivel mundial.
En África, las empresas chinas, están a la búsqueda de recursos energéticos como el Petróleo (Birmanía) y recursos mineros, donde, al margen de las acciones políticas internacionales; China tiene una mayor y creciente influencia en esa región.
En Latinoamerica, el Gobierno Chino, está desarrollando una política económica de participación en las actividades económicas primarias, por ejemplo en Perú invertirá mas de 2.000 millones de dólares (US$) en un asiento minero (Toromocho) y mas de 500 millones de dólares (US$) en Shougang, cuyo hierro es enviado a la gran industria pesada (siderúrgicas) en la China.
No creemos que China brinde condiciones especiales a los países que buscan un TLC (Tratado de Libre Comercio), puesto que su estrategia de desarrollo (Planes) alcanzan a cifras hasta el 2025, de acuerdo a las mismas, ellos podría alcanzar a superar a la primera económia del mundo; EEUU.


Tomado de : http://cienciaeconomica.blogspot.com/

jueves

"En 2010 empezará la crisis de verdad y será brutal, terrible"



El catedrático de Estructura Económica de la Ramon Llull augura que la recesión durará diez años.

Santiago Niño Becerra, nacido en Barcelona hace 57 años, es un hombre que habla claro. Catedrático de Estructura Económica, es profesor en la Facultad de Economía IQS de la Universitat Ramon Llull. Considera que la situación económica mundial va a ir "tendencialmente a peor" en los próximos tres años y que todas las medidas que se están aplicando no van a servir porque responden a un viejo manual que ha quedado obsoleto.

-¿Estamos ya en crisis?
-No, que va. Yo diría que estamos en "precrisis". La crisis empezará a mediados de 2010. Pero es que, además, lo que viene ahora y lo que vendrá no se parece en nada a lo que vivimos en 1993 o en el 2000. Esto es otra película, es una crisis sistémica. De parecerse a alguna cosa, se parecería al "crack del 29".

-¿Por qué es una crisis sistémica?
-Porque la manera como está funcionando el sistema se tiene que cambiar. En 1993 hubo un problema, se inyectó dinero en forma de crédito y se acabó. En 2000, lo mismo. Ahora no. Aplicamos un manual viejo que ya no funciona. Se han agotado las herramientas que se pusieron en marcha como el hiperconsumismo, el hipercrédito o la hiperdeuda y pasamos a otra película…

-¿Cuándo empezó esta "precrisis"?
-En septiembre de 2007 cuando se manifestó el problema de las subprime.

-¿Y hasta cuándo durará?
-Se alargará hasta junio o julio del año 2010. La tendencia dentro de este periodo será a peor. Esto no significa que un día la bolsa suba o que otro baje. En 2010 empezará la crisis de verdad. Caída "a plomo" hasta mediados de 2012. Habrá un hundimiento a nivel económico, y será a nivel mundial.

-¿Qué pasará a partir de 2010?
-Durante el periodo 2010-2012 el nivel de la caída será brutal, terrible. Habrá economías que sufrirán muchísimo, por ejemplo la española, la alemana, la estadounidense o la china. Habrá un periodo de estancamiento hasta 2015 y, a partir de ahí, comenzará un periodo de recuperación muy lento hasta 2018-2020. Estamos hablando de una duración de 10 años, similar a la "Gran Depresión" norteamericana de la década de 1930.

-¿El capitalismo ha llegado a su fin?
-El colapso del sistema capitalista aún no se ha producido. Los sistemas tienen una vida de 250 años. El capitalismo empezó entre 1815 y 1820 y terminará más o menos en 2070. Lo que ahora vivimos es una crisis de ajuste, como ocurrió en 1929. Las características del capitalismo no cambiarán pero el ajuste que se hará será muy importante.

-¿Cuáles son las posibilidades que tenemos para capear el temporal? -Nada. Esto ha de pasar. Es inevitable.

-¿Pero los ciudadanos no tienen ninguna opción para intentar salir menos afectados?
-Yo siempre recomiendo que si alguien tiene deudas, que no se endeude más. Quien no tenga, que no se endeude y si una persona tiene deudas y dinero ahorrado, que lo dedique a reducir deuda. Otra cosa es que, antes de comprar nada, la gente se pregunte si realmente lo necesita. Que calculen muy bien cuales son las expectativas de sus ingresos y adapten el gasto. Lo que no sea necesario, no es importante.

-¿Habrá muchas empresas que puedan aguantar esta situación? -No, habrá cierres en cascada. La evolución será cada vez a peor y, a partir de 2010, se acelerará.

-¿La culpa es de los bancos y las inmobiliarias? -La culpa no es de una persona o de un grupo de personas. Las medidas que se han tomado han llevado al desastre. Pero si estas medidas no se hubieran tomado, no se hubiera crecido como se ha crecido. Y todos hemos estado muy contentos de crecer así.

-¿Habrá bancos que quebrarán?
-Sí, pero aunque un banco haga fallida no pasa nada. El problema es que, dentro de un escenario como el actual, que un banco caiga supone un torpedo a la confianza. El sistema que hemos montado no está atado con cables de titanio, está unido con algo tan intangible como es la confianza que, cuando se rompe, ya no se puede reparar.

-¿Es una buena decisión que los Gobiernos usen dinero público para salvar a las empresas? -No servirá de nada. Se tiene que hacer porque el modelo dice que es lo que debe hacerse. Esto sirve para tapar un agujero, pero se abrirá otro. Estamos hablando de cifras tan brutales que es imposible tener dinero suficiente para tapar todos los agujeros.

-¿Cómo sabremos que estamos saliendo de la crisis?
-La recuperación se percibirá en el ambiente. El primer síntoma de la recuperación vendrá hacia 2012 porque no iremos a peor. El segundo signo será que algunas personas empezarán a hacer cosas.

-¿El resultado de esta crisis será la aparición de una nueva potencia económica?
-Yo opino que la figura del Estado irá a menos y que las grandes corporaciones tendrán más fuerza. Creo que General Electric es la primera corporación del futuro, es un caso a estudiar. En el futuro habrá más eficiencia, orden, aprovechamiento,…

-¿Grandes corporaciones como las de la película "Rollerball", que planteaba un futuro en el que las grandes corporaciones controlaban el mundo?
-Sí, eso mismo.


Fuente: www.lavanguardia.es

lunes

Gallinas en Wall Street: riesgo sistémico vs. riesgo moral



Hace unos días leía en el diario El Mundo este excelente artículo de Pablo Pardo, titulado “El rescate que reventó las reglas del juego” que por su interés y reflexión posterior me permito transcribir:

Saqueo. Suena más al título de una película que a un paper académico publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (el NERB, según sus siglas en ingles) y escrito por un Premio Nobel, George Akerlof, y un eterno aspirante a ese galardón, Paul Romer.

Sin embargo, Saqueo se ha convertido en uno de los documentos de referencia en el debate sobre la economía de Estados Unidos. Su tesis es simple: en determinadas circunstancias, «las empresas pueden optar por ir a la quiebra a cambio de maximizar sus beneficios». Una de las condiciones para que se de eso es que alguien -normalmente, el Estado- cubra el coste de la quiebra.

Según algunos, eso es lo que está pasando en Estados Unidos desde hace justo un año. El 17 de marzo de 2007, la Reserva Federal asumía 29.000 millones de dólares (18.500 millones de euros en aquel momento) de activos del banco de inversión Bear Steanrs a cambio de que JP Morgan lo comprara por un precio inferior al del edificio en el que estaba la sede de la entidad en Nueva York.

Bear Stearns, el quinto mayor banco de inversion de EEUU, se convertía así en la primera gran víctima de las llamadas subprime, es decir, las hipotecas basura. Y el Estado de Estados Unidos iniciaba una trayectoria de salvamento de entidades en problemas.

El problema es que esa práctica conlleva lo que se llama riesgo moral. ¿Cómo se hace para salvar a una empresa cuyo colapso puede arrastrar a toda la economía mundial sin al mismo tiempo estar salvando prácticas empresariales poco escrupulosas o, a veces, suicidas? Además, la intervención ni siquiera salvó a los empleados de Bear Stearns. De hecho, sólo un tercio de los 15.000 trabajadores de la entidad financiera ha encontrado sitio en JP Morgan.

Un año después del rescate, el debate ha alcanzado tintes ostentóreos. Precisamente, ayer, el presidente estadounidense, Barack Obama, pidió al secretario del Tesoro, Tim Geithner, que bloquee el pago del último tramo del bonus de la aseguradora AIG.

Esta empresa recibió un total de 131.500 millones de euros de dinero público, pero decidió entregar a su equipo de directivos un total de 928 millones de euros de bonus. De ellos, 349 millones irán para la división de productos financieros, que es, precisamente, donde se originó la debacle.

Esa controversia tiene su origen en el rescate de Bear Stearns, hace un año. Como declaraba el domingo el ex secretario del Comité del Mercado Abierto -el organismo que fija los tipos de interés- de la Reserva Federal, Vincent Reinhart, la operación «puso al Gobierno en el juego de las intervenciones» en el salvamento de bancos.

Y es que es un juego en el que el Estado -y los contribuyentes- siempre pierden. Cuando el pasado mes de septiembre el Tesoro y la Reserva trataron de escapar del riesgo moral y dejaron quebrar a Lehman, el mundo estuvo a punto de un colapso financiero sin precedentes en la Historia.

El Estado puede jugar sin problemas contra pequeños actores como, por ejemplo, el financiero Bernard Madoff, al que se atribuye un fraude de hasta 50.000 millones de euros. El problema, sin embargo, es ir contra instituciones financieras cuyo balance es de billones de euros. En ese caso, «los bancos mantienen como rehén al conjunto de la economía», explica un alto cargo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que prefiere no dar su nombre. El Mundo-Pablo Pardo [17-03-2009].

«Demasiado grande para dejarlas caer»

Pocos días después, el presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke advertía: “Debemos terminar con el «demasiado grande para dejarlas caer». Tenemos este régimen para instituciones aseguradoras de depósitos, pero es claro que necesitamos algo similar para importantes entidades sistémicas no bancarias. Estados Unidos necesita una forma más segura de cerrar grandes firmas financieras no bancarias sin desestabilizar todo el sistema. Los procesos mejorados de resolución para estas firmas contribuirían a reducir el problema de que haya entidades consideradas «demasiado grandes para dejarlas caer», dando al gobierno la opción de eliminar de forma segura una firma importante para el sistema en lugar de mantenerla operativa”.

Por esas mismas fechas la todopoderosa firma aseguradora AIG [«demasiado grande para dejarla caer» en la terminología de Bernanke] filtraba a la prensa un informe confidencial diciendo en pocas palabras que efectivamente, ellos, AIG, estaban en el epicentro de un riesgo sistémico, es decir, que si se le dejaba caer sonarían las trompetas del Apocalipsis para el sistema, poco más o menos venían a decir aunque en un lenguaje más técnico.

Riesgo sistémico y riesgo moral

Podríamos definir un riesgo sistémico como “una inestabilidad potencialmente catastrófica para el sistema financiero” [Tom Daula], siendo dicha inestabilidad consecuencia, por ejemplo, de un efecto dominó [retroalimentación positiva] originado, por ejemplo, por la falta de liquidez de una gran entidad financiera.

Fue el Premio Nobel en Economía [1972], el genial matemático Kenneth Arrow quien, en 1963, formalizó dos conceptos muy útiles para lo que vamos a tratar: riesgo moral y selección adversa. Ambos están relacionados con un concepto más amplio que trataré en otra ocasión: “la información asimétrica”. Por un lado podríamos definir un riesgo moral como “el riesgo de actuar de una manera insensata, porque, a final de cuentas, hagas lo que hagas, no vas a tener que pagar las consecuencias” [Tom Burns]. Por otra parte, existe selección adversa [o negativa] “cuando los peores son los únicos que se ofrecen para participar en un mercado” [Belén Barreiro].

Así, nos encontramos por una parte ante un claro riesgo sistémico [AIG es demasiado grande para dejarla caer] mientras que por el otro lado, los gestores de AIG podrían estar cayendo en un riesgo moral [el asunto del bonus ejemplifica el nudo del conflicto con la Administración Obama] y la sospecha de que están inmersos en una selección adversa. Estamos claramente ante un conflicto y un juego estratégico subyacente que puede modelizarse con los métodos de la Teoría de Juegos.

¿De qué va el “juego”?

En la Teoría de Juegos existe una estructura de juego donde puede encuadrarse este conflicto entre los gestores de AIG y la Administración Obama. Se trata del “Juego del Gallina”. El “Juego del Gallina” (en inglés: Game of Chicken) tiene una imagen cinematográfica en el desafío lanzado por el personaje interpretado por el malogrado James Dean en la película de Nicholas Ray “Rebelde sin causa”: un sábado avanzada la noche, dos jóvenes eufóricos se disponen a correr en sus coches en dirección a un barranco y cada uno apuesta que frenará después que el otro; si son prudentes frenarán a tiempo, pero si uno avisa que no frenará y su aviso es creíble, puede provocar el acobardamiento del otro y su frenazo temprano, de modo que el primero sale ganador del desafío. En otro contexto, el sabio Bertrand Russell comparó la carrera armamentística entre la extinta URSS y los EE.UU como un gran Juego del Gallina nuclear.

Este juego, al contrario que el juego del Dilema del Prisionero que comentamos en otro post, uno siempre debe hacer lo contrario de lo que el otro jugador vaya a hacer. Y, al contrario también que en el Dilema del Prisionero, en el Juego del Gallina existe más de un equilibrio de Nash, lo que significa que este juego es inestable, ya que una vez alcanzado un equilibrio cada jugador tiene la tentación de alterar su estrategia [seguramente anunciada previamente] y moverse hacia una posición en la que obtenga un mejor resultado en función del movimiento del contrario. Esta propiedad hace que este juego que sea muy dinámico e interesante su estudio en el contexto de una negociación.

En este caso, cada jugador [AIG, Administración Obama] puede salir beneficiado si informa previamente de su estrategia, no obstante esto no significa gran cosa: es un mensaje dirigido a la parte contraria para alterar su percepción. Es el caso del mensaje de Ben Bernanke dirigido claramente a la dirección de AIG, como también es el caso del mensaje de AIG [el informe presuntamente confidencial filtrado a la prensa con una intencionalidad manifiesta].

Doble juego

Una manera de representar el juego entre AIG y la Administración Obama sería la siguiente:


Existe claramente una posición a la que, probablemente, ninguna de las partes quiere llegar [no ceder, no ceder]. Esta posición equivale al precipicio, el barranco de la película comentada. Esta es la posición de máximo riesgo, de riesgo sistémico. Implicaría dejar caer AIG, con el consiguiente efecto dominó en el sistema. Pero por otro lado a la Administración Obama sí que le importa que la dirección de AIG se atenga a un criterio de racionalidad y austeridad y en consecuencia se evite el riesgo moral de pagar con dinero público, de los contribuyentes, unos bonus que en puridad no tiene justificación moral y escasa defensa política. Sin embargo, la dirección de AIG puede atribuir en su favor que esos bonus no tienen una raíz moral sino legal: están por contrato.

Es claro que la dirección de AIG explotará al máximo la situación de rehén en la que se encuentra la Administración Obama [las declaraciones de Ben Bernanke son más un lamento que una decisión], y como en la película comentada se acercará al máximo al precipicio esperando que el peligro de riesgo sistémico disuada a la Administración Obama de no hacer otra cosa que lamentarse de la falta de sensibilidad de los directivos de AIG.

Es ahí donde la Administración Obama tiene las de perder, de ahí su doble juego: juega a no ceder [particularmente ante la opinión pública] pero podría avenirse a un acuerdo si AIG cede de motu propio, si voluntariamente rechazan el cobro del bonus. En este punto la dirección de AIG tiene la estrategia más clara: sabiendo, sobradamente, que la Administración Obama no va a hacer del asunto de los bonus un casus belli que podría desencadenar un riesgo sistémico, letal para ambas partes, insistirá en la legalidad del cobro y en consecuencia no tiene ningún incentivo para moverse de su posición, a excepción de que alguna presión, aviso o amenaza creíble por parte de la Administración Obama hiciera mella en la estrategia de la dirección de AIG.

¿Epílogo?

Tal una vez una estrategia fundamentada en la evitación de la selección adversa, algo así como: “no os vamos a dejar caer [por el riesgo sistémico], pero os podemos nacionalizar [para evitar el riesgo moral]” podría ser realmente efectiva, pero no veo a la Administración Obama con redaños suficientes para este tipo de declaraciones socializantes [hasta la fecha parecen tener bastante con socializar las pérdidas pero lo de socializar la gestión va a ser que no está en la agenda].

Por tanto, alejado el riesgo sistémico, el riesgo moral persiste [y no solo en el caso de AIG], mientras los contribuyentes norteamericanos se quedan con un palmo en las narices con la sensación de estar ayudando a que un equipo de burócratas engrosen sus cuentas corrientes por el único mérito de evitar un riesgo sistémico.


De: http://jmonzo.blogspot.com/

miércoles

Uso y abuso de la persuasión.


"Sí al abad se le pregunta si se puede rezar mientras se fuma, dirá que sí; si le pregunta si se puede fumar mientras se reza, dirá que no"... Álvarez Cascos dixit. Durante el pleno del Congreso del pasado 1 de Abril (de 1998), el vicepresidente Cascos hizo alusión a este juego de palabras en respuesta a una pregunta de la diputada Cristina Almeida respecto a sus presuntas conversaciones con el abogado de José Amedo en 1994, cuando el PP estaba en la oposición.
Lejos de ser original, la recomendación del vicepresidente Cascos a la diputada Almeida es, en realidad, un antiguo cuento sobre el arte de la persuasión, que cualquier lector interesado puede encontrar en el libro "Influencia, poder y persuasión en los negocios", de Quentin de la Bedoyere. El cuento completo viene a ser algo así:
Había una vez un par de monjes, benedictino uno y jesuita el otro, que eran amigos y ocasionalmente se encontraban para charlar. Parece ser que tanto el jesuita como el benedictino eran grandes fumadores; y compartían ese problema. Como todos los días debían pasar largos períodos de tiempo en oración en sus respectivos conventos, sufrían gravemente la privación del tabaco. Resolvieron entonces discutir el asunto con sus respectivos superiores y, en la semana siguiente, comunicarse el resultado.
En la reunión convenida, el jesuita le preguntó al benedictino cómo le había ido. "pésimamente", replicó éste. "Le dije al abad: ¿me da usted permiso para fumar mientras rezo?, y se puso furioso. Me impuso quince oraciones más de penitencia, en castigo por mi atrevimiento. Pero tú", refiriéndose al jesuita, "pareces muy contento, amigo mío. Y a ti, ¿cómo te ha ido?", le preguntó el benedictino al jesuita.
El jesuita sonrió. "Hablé con mi superior", dijo, "y le pedí autorización para rezar mientras fumo. Y no sólo me autorizó sino que además me felicitó por mi devoción".
¿Por qué el jesuita había tenido éxito y el benedictino había fracasado?. Obviamente los dos habían solicitado lo mismo. ¿Cuál era la diferencia?. La diferencia está en la estrategia. El jesuita fue mejor estratega que el benedictino. La clave estaba en "ponerse en la piel del otro". Y aquí, como en casi toda negociación, el orden de presentación es siempre una clave estratégica.
¿Qué percibió el superior del benedictino?: que debía autorizar que una actividad religiosa fuera contaminada por un hábito mundano ("... fumar mientras rezo"). ¿Qué percibió el superior del jesuita?: que debía autorizar que un hábito mundano fuera elevado por una actividad religiosa ("... rezar mientras fumo"). En otras palabras, el monje jesuita fue mejor persuasor que el benedictino.
La moraleja es obvia: para convencer a otros, tener una estrategia siempre es mejor que no tenerla. O mejor aún: si se tiene la estrategia adecuada se puede controlar la manera en que el receptor de nuestro mensaje percibirá nuestra intención (aparente), pues dándole un marco adecuado (a nuestros intereses) se puede formar un juicio (en realidad, erróneo) sobre nuestra intencionalidad última. Es, en fin, el arte de la persuasión.
Pero una vez descubierto el truco del persuasor, la cuestión está en descubrir su intención última, no la aparente con la que pretende persuadirnos

de la honestidad de sus intenciones. No obstante quizá no haya que descalificar "a priori" la estrategia del persuasor si la finalidad es beneficiosa para ambos, persuasor y persuadido. Es el caso del que nos ofrece un buen producto por una buena relación precio/calidad. Ahora bien, si para conseguirlo ha de manipular los instintos (caso de la publicidad de contenido erótico o directamente sexual) o las expectativas (caso del político que promete acabar con el paro o el terrorismo en un santiamén), entonces el persuasor ya no juega limpio. Manipula, porque, aún deseando quizá con toda la buena intención la satisfacción del persuadido, convierte a éste en un objeto, en alguien incapaz de reconocer por sí solo la "bondad" de las intenciones del persuasor.


Fuente: El pensador Sistémico

lunes

Reflexiones para una crisis sistémica


1. Estamos ante una crisis sistémica. ¿Qué es esto?. Sucede cuando el sistema en su conjunto entra en crisis, esto es, cuando el sistema colapsa por incapacidad, sobrepasamiento y/o por falta de instrumentos para resolver los problemas o desastres creados por su propia dinámica [un ejemplo de crisis sistémica podría ser cuando se gripa un motor porque se funden cilindros y pistones a causa de falta o mala calidad del aceite]. ¿De qué sistema hablamos?. Del sistema financiero-bancario vigente, la columna vertebral de un sistema globalizado aquejado también de otros problemas no menos graves: calentamiento global, guerras por el control de recursos naturales, hambrunas, etc. ¿Cómo emerge el problema?. Inicialmente como un crash financiero que comenzó con el estallido de una burbuja inmobiliaria-financiera [crédito fácil, crisis de las subprime, derivados financieros tóxicos, bancarrota y rescate de entidades financieras] y ha terminado por contagiar a la economía real, paralizándola [gripándola] creando a su paso un reguero de incertidumbre, deuda y desempleo masivos, desplome del consumo, falta de confianza y falta de expectativas. Pero no nos equivoquemos, esto se veía venir: «No hay modo de evitar el colapso final de un boom fundado en la expansión crediticia. La cuestión es sólo si la crisis llegará pronto, como resultado de la interrupción voluntaria de una ulterior expansión crediticia, o más tarde, como catástrofe final y total del sistema monetario en cuestión» (Ludwig von Mises).

Conclusión: se acabó la fiesta. Reconocer y aceptar lo que pasa es lo primero sensato que cabe concluir. Todo lo demás es huir de la realidad o lo que es peor desplazar la “patata caliente” a las generaciones futuras para no “sentir dolor” en la actual generación. Admitir más deuda pública o privada para “sufrir menos” hoy significa más sacrificios para nuestros hijos y nietos. Si el exceso de deuda nos ha llevado hasta aquí no parece muy sensato seguir recurriendo a más deuda para resolver la crisis. Tendremos que aprender a sobrellevar nuestra propia carga contemporánea sin esperar a desplazarla hacia el futuro, como viene siendo la norma.


2. ¿Existen soluciones sistémicas ante una crisis sistémica?. Por definición, una solución sistémica debe afectar a la totalidad del sistema, por tanto si el sistema entra en crisis, la solución sistémica pasa necesariamente por cambiar el sistema en su conjunto, por evolución o por revolución del modelo ideológico-cultural-económico y energético-tecnológico-industrial subyacentes. Alternativamente se pueden buscar puntos críticos del sistema donde hacer cambios locales [subsistemas] con la esperanza de que influyan en el sistema global [efecto palanca]. Un punto crítico es desde luego favorecer la inversión productiva generadora de innovación y riqueza frente a la perturbadora inversión especulativa creadora de burbujas que terminan explotando y contaminando a la economía real. Es el «return to the basics» que comienza a escucharse en los corrillos financieros. No sé si a puerta cerrada en la cumbre de Washington del pasado 15-11-2008 se habló de evolución, de revolución o de puntos críticos, pero que urge un cambio sistémico no hay duda, lo pide hasta el FMI: El director del FMI pide 'solución sistémica' para crisis de los mercados.

Conclusión: de nada sirve parchear un sistema en crisis [pregunta a un mecánico qué hay que hacer con un motor gripado]. Urge un cambio de modelo en varios frentes: cambio en el concepto de crecimiento [apostar por más desarrollo cualitativo antes que más crecimiento cuantitativo], cambio en el concepto de consumo de recursos naturales [apostar por la sostenibilidad y abandono progresivo de la dependencia del petróleo], cambio en los hábitos de consumo energético, alimentario y de transporte [apostar por la racionalidad y la eficiencia energética], cambio en definitiva en nuestra relación con el planeta del que como especie que la habitamos somos un subsistema cuya supervivencia última depende de delicados equilibrios del sistema mayor: el sistema Tierra. En palabras de Dennis y Donella Meadows [Más allá de los límites al crecimiento]: “Decir la verdad, establecer redes, reestablecer el respeto mutuo y crear visiones nuevas del propósito de nuestra especie sobre el planeta”. Todo un programa de acción para los próximos años.


3. Si estamos ante una crisis sistémica tenemos que admitir que lo que nos pasa no es coyuntural sino estructural, no tiene precedentes temporales cercanos y no es atajable con viejas recetas y manoseados manuales. «Los hombres prácticos, que se creen libres de cualquier influencia intelectual, son a menudo esclavos de algún economista difunto» (John Maynard Keynes). En un contexto tan incierto las previsiones de una pronta “vuelta a la normalidad” dejan de ser creíbles. Los modelos ideológico-económicos forjados para entender y resolver situaciones pretéritas no son adecuados para guiarnos en tiempos de crisis sistémica. La situación llega a ser tan excepcional que los gobernantes y consejeros económicos han optado por aplicar todas las medidas [“recetas precocinadas”] a la vez. Todo para que no se diga que no se hace nada. Una situación que me recuerda alguna secuencia de la serie Dr. House, cuando nuestro popular diagnosticador de ficción del imaginario Hospital Universitario de Princeton-Plainsboro opta por dar al enfermo cuyo mal ignora un cocktail de varios tratamientos esperando que alguno de ellos sane al paciente [sin considerar la interacción sistémica de los fármacos y sus impredecibles efectos secundarios cruzados, pero este es otro asunto]. Por eso no es extraño escuchar cosas como las que dice el ministro de Economía “no queda margen de maniobra”: un reconocimiento explícito a que aún aplicando toda la farmacopea conocida de medidas anti-crisis, el enfermo sigue teniendo fiebre. Probablemente algunos todavía no han entendido que estamos ante una crisis sistémica y que lo peor [en forma de crisis social y espiral deflacionaria] está por venir Entrevista a Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica de la Ramon Llull.

Conclusión: urge pues un cambio de paradigma en el modo de vivir y actuar en este planeta que nos acoge. ¿Y mientras tanto se cambia el paradigma, qué hacemos, cómo vivimos?. Considero que no hay “recetas” más allá de lo que podríamos denominar la aptitud para la supervivencia aplicando la máxima capacidad de adaptación e innovación. Una aptitud que no debería estar reñida con la actitud para la compasión y la solidaridad con los que la crisis deja atrás. Sobrevivir para perder la humanidad a cambio no es un buen negocio. Hacerse voluntario en los comedores sociales o en cualquier ONG que trabaje para el tercer o cuarto mundo puede ofrecer una perspectiva más amplia de la realidad de tu pertenencia a la raza humana y del potencial de fragilidad y generosidad humanas.


4. El “credit crunch” [consecuencia de la crisis financiera] va a reducir significativamente la demanda [créditos al consumo] y la oferta [créditos a la inversión]. Es decir, el “credit crunch” desencadena un “budget crunch” [una contracción de los presupuestos económicos individuales y empresariales]. Entrevista a Nouriel Roubini, gurú del ‘credit crunch’. Probablemente los escasos recursos económicos del lado de la demanda irán destinados a lo necesario y lo que sobre a pagar deuda y en consecuencia huirán de lo superfluo o prescindible. El hotel Hilton de Valencia se declara en suspensión de pagos. Es cierto que si no se consume se contribuye a un mayor desempleo, pero también lo es que si aumenta el desempleo se reduce el consumo, señor ministro. Sebastián pide el consumo de productos españoles para evitar la destrucción de 120.000 empleos.

Conclusión: a nivel macro es fácil quedar atrapado en el bucle de si fue antes el huevo o la gallina. Lo difícil es asumir el reto a nivel micro de adaptarse a las necesidades de la demanda. Así no te sorprendas si cae brutalmente la cifra de ventas, a lo mejor estás en el lado de la oferta superflua o prescindible en tiempos de crisis. Lo que funcionó antes, no tiene porqué funcionar ahora. Si te has quedado anticuado y no has invertido antes de la crisis en ajustar capacidad e innovar productos y procesos replantéate qué hacer en el contexto que viene: más de lo mismo puede ser inapropiado.


5. En realidad nadie sabe cuándo comenzará la recuperación económica. Están los ¿optimistas? que dicen que esta crisis tiene forma de “V”, caída suave, crecimiento nulo o negativo durante pocos meses y recuperación rápida. Están los ¿realistas? que afirman que esta crisis tiene forma de “U”, después de una caída algo brusca, crecimiento nulo o negativo durante uno o dos ejercicios y luego fuerte recuperación. Por último están los ¿pesimistas? que avisan que esta crisis tiene forma de “L”, desplome en vertical y crecimiento nulo o negativo por muchísimo tiempo (¿una década?) y si llega el crecimiento lo será a largo plazo y no a las tasas que hemos conocido. «El largo plazo es una guía confusa para la coyuntura. En el largo plazo estamos todos muertos. Los economistas se plantean una tarea demasiado fácil, y demasiado inútil, si en cada tormenta lo único que nos dicen es que cuando pasa el temporal el océano está otra vez tranquilo» (John Maynard Keynes).

Conclusión: piensa lo que quieras sobre un futuro que nadie conoce porque depende de una infinidad de factores, pero no confíes en una pronta recuperación económica si con ello quieres expresar que no pasa nada, que no hay porque preocuparse o que no hay que cambiar la forma de hacer las cosas. Mejor que la recuperación te pille habiendo hecho los deberes que confiando en que serás salvado cuando suba la marea. Piensa que en tiempos de crisis sistémica la semana próxima es largo plazo.


6. Sólo podemos confiar en hacer hoy las cosas que tocan en tiempos de crisis: austeridad, productividad y eficiencia. Que no te confundan: España es la octava potencia del mundo [por volumen de PIB], es cierto, pero lo que no te cuentan es que España es de las últimas en productividad [PIB/horas trabajadas]. Proudfoot Global Productivity Report 2008. Decide en qué ranking deseas estar.

Conclusión: mientras no sepamos hacer más/mejores cosas [de valor añadido] en menos tiempo [productividad], nos tocará hacer más/mejores cosas [de valor añadido] con más tiempo [menos productividad].


7. El mercado, la ciudadanía no va a tolerar que le traslademos nuestra ineficiencia y despilfarro. Se terminó la cultura de la ineficiencia y el despilfarro subvencionado por los clientes o por los ciudadanos. Y esto vale tanto para el sector público como para el privado. Ahora más que nunca toca una fuerte dosis de austeridad, productividad y eficiencia. Ahora más que nunca el cliente, el ciudadano sí es el rey. «Cuando baja la marea, se puede ver quien estaba desnudo y quien no» (Warren Buffet).

Conclusión: supervivencia con eficiencia, prioridad número uno. Aportar valor añadido y autenticidad, siempre. Todo lo demás no tiene importancia. El despilfarro prohibido. Observa que hablo de eficiencia, no de eficacia: recuerda que matar moscas a cañonazos es eficaz, pero no eficiente. Eficiente es quien logra un resultado eficaz [un efecto deseado] con el mínimo de recursos posibles.


8. Las políticas de “low-cost” [productos y servicios a bajo coste] van a ser una tendencia poderosa en los próximos años. La crisis lanza a las marcas 'low cost'. Esta tendencia entronca con lo afirmado anteriormente: son tiempos de máxima adaptación e innovación. Adaptación para adecuar la estructura productiva y de costes a los tiempos que corren. Innovación para incrementar la productividad, la eficiencia y la mejora continua a todos los procesos. Pero, cuidado, “low-cost” no significa bajar el precio de lo que el mercado no quiere. Si tu producto o servicio ha perdido atractivo o no encuentra demanda, olvídate de bajar el precio: alinéate con la demanda, sé creativo, innova.

Conclusión: aprendamos lo que esta tendencia significa y apliquémonos el cuento. Si además puedes diferenciarte mejor.


9. Es el momento del aprovechamiento máximo de todas las oportunidades, capacidades y recursos: despilfarro cero de recursos y creatividad infinita. Incluso si estás parado, que eso no te sirva de excusa para no tener inquietudes: tener tiempo disponible es un poderoso activo para invertir en formación y en orientación para dar un impulso a tu desarrollo personal y profesional. No hay límites para el aprendizaje. Recuerda que todos somos inversores: todos decidimos en qué invertimos nuestro tiempo. Y si no estás parado no hay nada más peligroso en estos tiempos que el “absentismo emocional” tan practicado por una gran mayoría bajo la coartada de que así se pasa desapercibido y es más fácil “conservar el empleo”, cuando lo que ocurre es que la falta de compromiso emocional termina “parando” la capacidad de innovación y creatividad de las empresas con el consiguiente riesgo de “pérdida de empleo” para todos.

Conclusión: cuando los manuales, guías y recetas que aprendimos no sirven para salir de este atolladero hay que echar mano de todas las ideas. «Los problemas significativos a los que nos enfrentamos no pueden resolverse en el mismo nivel de pensamiento en el que estos problemas se desarrollan» (Albert Einstein). Cuantas más y heterodoxas mejor. “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo” (Walt Disney). No hay que tener miedo a innovar: entramos en territorio inexplorado. O en palabras de Thomas Friedman [La Tierra es plana], lo que toca ahora es “Invent, baby, invent!” [inventa, cariño, inventa] y no “Drill, baby, drill!” [perfora, cariño, perfora: lema de la política energética del candidato John McCain].


10. Vender optimismo en este contexto de crisis puede ser una obligación para los políticos. Podemos llegar a pensar que “allá arriba” hay gente muy inteligente pensando en cómo resolver el lío en el que nos han/hemos metido y en consecuencia no hay que hacer nada porque desde “allá arriba” nos darán una solución precocinada. Es una opción. Por el contrario están los que pensamos que aunque pensemos globalmente que el sistema sigue su curso sin nuestro con-curso, nuestra responsabilidad individual es actuar localmente. “Hoy existe un lapso de tiempo durante el cual cada uno de nosotros tiene la posibilidad de influenciar el futuro a través de su acción individual” (Immanuel Wallerstein). Es el momento de recordar que en la milenaria cultura china, esa palabra que tanto se repite y nos asusta, “crisis”, en chino tiene una doble acepción: Wēi Jī (crisis) significa “peligro” (Wēi) y “oportunidad” (Jī). Decide a qué significado le otorgas más atención. «Tanto si piensa que puede, como si piensa que no puede, está usted en lo cierto» (Henry Ford).

Conclusión: para los que no somos políticos ni profesionales del optimismo ingenuo, trabajar duro con inteligencia y compromiso hoy es nuestra sonrisa de mañana.


POR: José Monzó Marco
EN: http://jmonzo.blogspot.com/

jueves

Economía de la atención (I): relevancia vs. infoxicación


“Daisy, Daisy, give me your answer do” [“Daisy, Daisy, dame una respuesta”]. Estas fueron las últimas palabras del superordenador HAL-9000 en la mítica película de ciencia ficción “2001: Una odisea del espacio” de Stanley Kubrick basada en la novela homónima de Arthur C. Clarke.

Hoy podríamos decir que un ser humano se enfrenta a una cuestión semejante, no siempre exenta de dramatismo, cuando interroga a un buscador de la web o a una base de datos pública o privada. Actualizando la cancioncilla con la que se despedía HAL-9000 de su apagón cibernético podríamos completar la petición humana cambiando algún nombre y añadiendo alguna solicitud: “Google, Google, dame una respuesta... que sea relevante”.

Exigir relevancia en la información que nos devuelve un buscador o una base de datos es cada vez más una petición universal, pues, literalmente, “nos ahogamos en información”. El término relevancia, según el Diccionario de la RAE, significa “cualidad o condición de relevante, importancia, significación”, y el término “relevante” es definido como “sobresaliente, destacado, importante o significativo”. Otro término que nos puede ser útil es el de pertinencia que la RAE define como “calidad de pertinente”, entendiéndose “pertinente” como “todo lo que viene a propósito o resulta oportuno”.

Ciertamente cuando consultamos un motor de búsqueda como Google, Yahoo, Altavista, Excite, etc. y tecleamos la correspondiente ecuación de búsqueda nos podemos encontrar con cientos, miles o millones de contenidos “irrelevantes e impertinentes” para el objeto de nuestra búsqueda. Navegar a través de esa selva de información resulta cada vez más complejo.

Por otro lado nos encontramos con el problema de la intoxicación por exceso de información, lo que el fundador de Infonomía Alfons Cornella ha llamado infoxicación que su autor define como el “exceso informacional, de intoxicación informacional, en la que tienes más información de la que humanamente puedes procesar y, como consecuencia, surge la ansiedad (técnicamente information fatigue syndrome). En inglés el término es information overload (sobrecarga informacional). Pues bien, la infoxicación es un problema de nuestra sociedad y, por tanto, también una gran fuente de oportunidades. Cuando definí el término, Google no existía. El spam era, quizás, una predicción de algún visionario al que nadie hizo caso. La situación es hoy peor de lo que podíamos imaginar.”

La situación es hoy mucho más acuciante a medida que pasa el tiempo porque el tiempo, el tiempo de atención de las personas, es el recurso crítico. La idea de que existe una “economía de la atención” es del físico teórico norteamericano Michael H. Goldhaber que en 1997 publicó un anticipatorio artículo en la revista Wired donde proponía la hipótesis de que asistimos a la transición de una “economía de base material” donde la moneda es el dinero, a una “economía de la atención” donde la moneda es la atención: “vivimos en una economía donde el bien escaso por excelencia es la atención del público, en una Economía de la Atención”.

Si conseguir la atención de la gente era difícil en 1997, a finales de 2008 lo es más. La cantidad de información, relevante e irrelevante, no para de crecer. Se produce más información que tiempo tiene la gente para leerla, no digamos ya para digerirla. Ésta es una era de exceso de información, de “infoxicación”. En esta situación, los gobiernos, las empresas y los individuos luchan por conseguir “cuota de atención” del público. Desde siempre se ha dicho que para conseguir “cuota de atención” bastaba con invertir cantidades ingentes de dinero en publicidad. Lo que ocurre es que es lógica de despilfarro publicitario parece no funcionar en la Red.

El “problema de la atención” tal como lo enfoca Michael H. Goldhaber puede ser resumido de la siguiente forma: El “ancho de banda” de información que recibe la gente no para de crecer, porque la tecnología permite enviar más en menos tiempo, y porque hay más agentes que emiten hacia los receptores potenciales. Este “ancho de banda” es la cantidad de información que alguien recibe por unidad de tiempo, es decir [ab = i/t], cantidad que crece de manera exponencial positiva.

Pero, al mismo tiempo, la “atención personal”, o sea, la cantidad de tiempo que una persona puede dedicar a cada información que recibe, es decir [ap = t/i], disminuye cada vez más. Ese es el nudo gordiano del conflicto pues ambas variables son inversas la una de la otra: a mayor “ancho de banda” menor capacidad de “atención personal”. Estamos ante un típico cuello de botella sistémico: la “atención personal” frente a la ingente información de la Red no da más de sí. Mientras que información en la Red crece y crece, nuestra “atención personal” disminuye y disminuye. Necesitamos pues información relevante, con significado, pertinente, para hacerla llegar a las personas, nuestros clientes potenciales, si queremos hacernos un hueco en su “atención personal”.

Ante esta situación la pregunta relevante que voy a intentar responder en un próximo post tiene una doble dirección: ¿cómo conseguir que tus clientes potenciales, tu segmento de mercado o tu público objetivo te dediquen un poco de ese recurso escaso que es la atención? y ¿cómo conseguir que la información que obtenemos de la Web sea relevante y pertinente?. En el primer caso nos ponemos “en la piel” de empresas y anunciantes. En el segundo en la de usuarios y consumidores de información.




Para saber más: The Attention Economy: The Natural Economy of the Net by Michael H. Goldhaber [inglés]

Web de Michael H. Goldhaber [inglés]

Economía de la Atención en Wikipedia [inglés]

Alfons Cornella en Infonomía

DE: http://jmonzo.blogspot.com/